NO HAY NADA DE NATURAL EN LOS DESASTRES NATURALES
Las consecuencias de los desastres naturales no son eventos inevitables. Las consecuencias de los desastres naturales son el resultado de la combinación del desastre en sí y de la vulnerabilidad de la población afectada. La vulnerabilidad no es natural sino que es construida socialmente y resultado del modelo de desarrollo establecido. Este a su vez tiene directa incidencia sobre el respeto de los derechos humanos de cada individuo.
La relación del modelo de desarrollo y los derechos humanos no es nada nuevo. El respeto de los derechos humanos de los individuos implica, entre otras cosas, establecer un modelo de desarrollo que promueva la construcción de una sociedad más justa e igualitaria. Mucho se ha dicho, mucho se ha escrito, mucho se ha luchado por la construccion de una sociedad más justa, sin embargo el debate aun está abierto. Y se trata de un debate extremadamente complejo que no se puede desarrollar en estas pocas líneas y en esta ocasión. Resta por lo tanto un tema abierto. Por el momento sugiero adecuarse a una terminología otrora introducida por algunas ONGs en la asistencia humanitaria, lo cual puede constituir un importante punto de partida, así que hablaremos acá de la atencion a la emergencia con un “enfoque basado en los derechos” (“right based approach”).
Si tomamos por ejemplo la pobreza, es fácil entender como las poblaciones/personas pobres no pueden gozar de los derechos sociales y económicos y, como consecuencia, de los derechos civiles y políticos. Aun más, la pobreza crea vulnerabilidad económica, social y ambiental y tiene nefastas consecuencias durante eventos naturales. La población pobres es más expuesta a las consecuencias de los desastres naturales, ya que siendo pobre no tiene la posibilidad/derecho de vivir en áreas seguras, no tiene medios/derechos para evacuar prontamente a áreas seguras, no tiene información/derecho acerca de la entidad y probabilidad del evento natural y de los riesgos que conlleva.
Diversos factores pueden incrementar la situación de vulnerabilidad y riesgo de la población expuesta a desastre naturales, como guerras y consecuente desplazamiento de población. La situación provocada por lo Tsunami en Indonesia y en Sri Lanka es, por ejemplo, lo que se define una “emergencia política compleja”. Una “emergencia política compleja” es el producto de vulnerabilidades creadas por una situación de conflicto armado incrementadas por un desastre natural. Eso es cuanto registra la literatura vigente. Todavía, acá también habría que debatir que es que se considera “emergencia política” y si es valido también lo contrario. O sea si una situación de vulnerabilidad provocada por factores políticos, ligados a falta de derechos productos del modelo de desarrollo vigente, puede provocar un conflicto social de dimensiones mayores. Eso puede ser también el producto de la represión ejercitada por el estado que no logra responder a la presión social por el respeto de los derechos humanos, primero entre todo el derecho a la vida. Así que en un caso como el salvadoreño la pregunta que surge es si se podría considerar una “emergencia políticas complejas”. Esto es indudablemente un importante campo de debate para las organizaciones sociales y el movimiento político salvadoreño y centroamericano.
LA LABOR HUMANITARIA DURANTE LA EMERGENCIA: MÁS ALLÁ DE LA SITUACION DE PRE-EMERGENCIA
Es generalmente reconocido que la intervención humanitaria debe evitar la formula de “intervenir rápidamente y abandonar”. Aun más, la intervención humanitaria no tiene que volver a establecer la normalidad pre-desastre. Sería pecar de corta visión limitar la intervención a la simple reproducción de la situación pre-desastre, que como descrito anteriormente, es una situación de vulnerabilidad y exposición al riesgo.
La pregunta acá es como y donde salvaguardar el derecho a la vida y los otros derechos socio-económico-políticos de la población afectada por un desastre natural(1). El tema no es simple, la población afectada no tiene a donde ir, no tiene donde cultivar, no tiene como ganarse los medios de vida si abandona el lugar donde había establecido su vivienda y su actividad economica. Acá se abre otra gran área de debate, ya que “vida” y “medios de vida” parecieran estar en una irresoluble antítesis: para ganar los medios de sobrevivencia la población tiene que poner en riesgo su vida.
¿Como volver a unificar los dos conceptos, o sea poner los medios de vida en función de la vida? Un buen punto de partida podría ser el analysis histórico, considerado bajo un perfil socio-económico, de los asentamientos humanos en las áreas de riesgo. Porque la población se asienta en los lugares de riesgo? Que alternativa tiene? A esa última pregunta se podría contestar haciendo un análisis costos-beneficios, para apaciguar las conciencias conservadoras-capitalistas. Cuál es el costo social más alto entre la periódica masiva intervención con ayuda humanitaria y un racional y planificado reasentamiento de la población en riesgo? Obvio esta última solución no se puede adoptar sin aplicar una justa y igualitaria distribución de privilegios y sacrificios. Que implicaría una justa y igualitaria distribución de privilegios y sacrificios en El Salvador, hoy? Seguramente una atenta revisión del pacto/contrato social firmado hace tiempo entre la sociedad salvadoreña, el gobierno y el entonces FLMN.
Hay que preguntarse si la población del bajo Lempa, supuestamente beneficiada por ese pacto social, hubiera nunca imaginando su constante desplazamiento cada vez que las lluvias son más fuerte del normal. Hay que preguntarse que valor puede tener hoy ese pacto social por esa población y por toda la población desplazada económica, sea en las áreas marginales de riesgo en el gran San Salvador sea en el extranjero. Claro que acá no se plantea de ninguna manera un regreso a la lucha armada, que en estos tiempo de “guerra al terror” sería inmediatamente perdiente, lo que se plantea es una revisión de las condiciones iniciales, la abertura de un amplio debate con la participación de la población damnificada y el apoyo de la comunidad internacionales para encontrar soluciones de desarrollo que eliminen las actuales vulnerabilidades y permitan a los damnificados de usufructuar plenos derechos humanos.
Se puede, entonces, mirar a la reconstrucción de emergencia en términos de derechos humanos, lo que implica promover y trabajar por el cambio social y el pleno gozo de los derechos humanos. Esto implica adoptar un cambio de perspectiva, focalizándose en los derechos y poniendo la gente al centro del proceso de desarrollo. Se trata, por lo tanto, de favorecer aquellos procesos de reconstrucción encaminados hacia el cambio social y, sobre todo, de crear suficiente información para una participación conciente de la población damnificada en la activación de su propio proceso de desarrollo. En El Salvador (y la Centroamérica) de hoy (así como ayer) esto tiene clara implicaciones políticas de clase(2).
Lo que sigue es una interpretación corriente en la literatura sobre la emergencia humanitaria y el traslado del concepto de derechos humanos a la relación agencias humanitarias-población afectada. Obviamente, esta es solo una parte del análisis del problema, que tiene también su validez e importancia, pero no hay que darle un caracter de exclusividad (como a veces se està haciendo). Come explicado arriba el problema tiene dimensiones mayores y es parte de un contrato social más amplio.
UNA APROXIMACIÓN A LA EMERGENCIA BASADA EN LOS DERECHOS HUMANOS
Considerando el problema desde la sola perspectiva del trabajo de emergencia se pueden considerar cuatro factores claves: interdependencia de los derechos, non-discriminación entre la población afectada (universalidad de los derechos), participación y responsabilidad/ transparencia.
Interdepedencia de los derechos implica mirar a todas las areas de la ayuda humanitaria contemporáneamente: alimentación, techo, cobijo, salud, ect…. La aplicación de minimum standard definidos en los códigos de conducta (Sphere minimum standard, Cruz Roja Internacional) puede facilitar mantener esta interdependencia, asegurando un nivel mínimo aceptable de bienestar para los beneficiarios de la intervención humanitaria.
Non-discriminación: es importante asegurarse que la ayuda humanitaria alcance todos los grupos, especialmente los mas vulnerables (mujeres, niñas, niños). Es importante asegurarse que la distribución de ayuda humanitaria margine algún grupo y refuerce la discriminación social existente. Algunos grupos, entre ellos mujeres y niñas/os, pueden ser expuestos a ulteriores riesgos (violencia de genero, por ejemplo). Esto tiene que ser considerado por la ayuda humanitaria y por eso hay que reinforzar el trabajo en la protección de los grupos vulnerables.
Participación: aun en la peor de las emergencias hay que favorecer la participación de la población afectada. Información es un requisito básico para la participación en la toma de decisión en cada situación de emergencia. Participar no significa ser participe de la distribución de la ayuda sino, también, tomar decisiones acerca de la ayuda.
Transparencia/Responsabilidad: La población afectada tiene derechos de conocer entidad, proveniencia y condicionantes de la ayuda recibida.
Finalmente, no hay que olvidar que respetar los derechos humanos de la población damnificada implica focalizar en las causas que producen las vulnerabilidades y exposición al los riesgos conectado con los desastres naturales. Hay que superar la concepción catastrofista de desastre natural, ya que como dicho al comienzo: “no hay nada de natural en los desastres naturales”, y hay que mirar a las causas de vulnerabilidad social.
NOTAS
(1) Yo preferiría hablar de “emergencia política compleja” en lugar de “desastre natural”, para subrayar y no dejar espacios a dudas acerca del modelo de desarrollo vigente y de los mecanismos represivos adoptado para su mantenimiento. Acá habría que introducir el concepto, aun no completamente aclarado o “desnudado”, de la “guerra al terror”, lo cual podría llevar a polémicas innecesarias en este momento con el mundillo conservador de la cooperación internacional. Así que en este documento utilizaré simplemente “desastre natural” dejando otras definiciones para ulterior análisis a la cual espero todos quisieran contribuir.
(2) Mucho también habría que discutir acerca de si existen diferencias y eventualmente cuales son, entre el análisis basado sobre los derechos humanos y el análisis de clase. Obviamente yo preferiría adoptar el análisis de clase, para hacer claridad sobre la construcción social de los derechos. La universalidad de los derechos encuentra sus limitantes políticas, que salen a luz aplicando un análisis de clase a la realidad social. Pero acá también habrá que reenviar el debate a otros tiempos y adoptar por el momento un discurso basado exclusivamente sobre los derechos humanos, de por si suficientemente importante, teniendo en consideración que los derechos humanos no son realidades abstractas sino que son realidades construidas por las luchas sociales.