NUEVA YORK. Según informaba ayer el diario `The Wall Street Journal`, la decisión de las autoridades brasileñas elevó a diatriba internacional el nuevo catálogo de requisitos morales que el presidente George W. Bush y representantes conservadores en el Congreso han ligado a los programas de ayuda a países subdesarrollados, sobre todo en lo que concierne a cuestiones de índole sexual, drogas y prevención del sida.
“No podemos controlar (la epidemia) mediante principios que son maniqueos, teológicos, fundamentalistas y chiítas”, manifestó al influyente diario económico Pedro Chequer, director del programa brasileño contra el Sida y presidente de la comisión nacional que decidió descartar la donación estadounidense que obligaba a sus recipiendarios a firmar una declaración de condena del comercio sexual.
Brasil es considerado como un país modelo en la lucha contra el Sida precisamente porque, aseguran responsables brasileños, tratan de forma abierta y sin recriminaciones morales con prostitutas, homosexuales, drogadictos y otros grupos de alto riesgo. Los expertos estimaron en 1992 que en 2002 habría en Brasil 1,2 millones de infectados, pero llegada esa fecha el número de enfermos era de 660.000. “¿Por qué habríamos de adoptar una estrategia diferente si ha resultado exitosa en los últimos diez años?”, se pregunta Sonia Correa, activista y copresidenta del Grupo Internacional de Trabajo sobre Política Sexual y Social, un foro internacional formado por investigadores y propagandistas.
Según el Journal, Brasil es el primer gran país destinatario de ayuda estadounidense que opta por rechazarla, aunque el 90 por ciento de los fondos empleados contra la epidemia pertenecen a los fondos gubernamentales del Ejecutivo de Brasilia, mientras que entre el 7 y el 8 por ciento procede del Banco Mundial y el resto de Washington y otros gobiernos.
La prostitución es legal en Brasil, y las asociaciones de prostitutas juegan un activo papel en la lucha contra el sida. Aunque las autoridades brasileñas recomiendan la abstinencia y la fidelidad, su política preventiva hace más hincapié en la educación sexual, de la que la distribución de condones es uno de sus puntales. Desde 1996, los responsables sanitarios proporcionan gratuitamente medicinas antiretrovirales a cualquier persona infectada con VIH.
ABC (España) 03/05/2005