Esta semana, los enfrentamientos entre el Ejército colombiano y guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) provocaron el desplazamiento interno de aproximadamente 3.500 personas del pueblo indígena Nasa, en la zona alrededor del pueblo de Toribío en el departamento del Cauca, en el suroccidente de Colombia. Esta cifra podría aumentar a 5.000, si continúan los enfrentamientos. El ACNUR y otras agencias de Naciones Unidas visitaron el viernes el área para evaluar las necesidades humanitarias de la población y apoyar los esfuerzos de ayuda de emergencia que están brindando las autoridades civiles.
Los Nasa, sin embargo, representan sólo uno de los muchos grupos indígenas que han sido afectados por más de cuatro décadas de conflicto en Colombia. Este año ha sido reportado un incremento en los ataques a las comunidades indígenas y sus líderes.
“Incluso existe el temor de que, si la tendencia presente se mantiene, algunos de los grupos más pequeños y vulnerables y sus culturas, puedan desaparecer, en la medida que son forzados a abandonar sus tierras ancestrales y a dispersarse- posiblemente para nunca volver”, señaló el portavoz del ACNUR Ron Redmond a periodistas reunidos en Ginebra el viernes.
“Algunas comunidades indígenas pequeñas de la región del Amazonas enfrentan el riesgo real de desaparecer”, ha dicho también Rodolfo Stavenhagen, Relator Especial de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, en su informe sobre Colombia. “Las condiciones de vida de los desplazados internos indígenas son particularmente preocupantes, en especial las de las mujeres, niñas y niños”.
En Colombia residen más de 80 grupos indígenas que suman cerca de un millón de personas. El desplazamiento forzado los ha afectado de un modo desproporcionado: aunque los pueblos indígenas constituyen entre el 2 y el 3 por ciento de la población del país, por lo menos un 8 por ciento de las personas desplazadas internas pertenecen a uno de los pueblos indígenas. Prácticamente todos los grupos indígenas en Colombia han sido víctimas del desplazamiento interno o se encuentran en riesgo inminente de ser expulsados de sus tierras ancestrales.
Con frecuencia los indígenas se desplazan dentro de su región de origen, para tratar de preservar los lazos con sus territorios ancestrales, o huyen hacia áreas remotas y aisladas donde no pueden ser detectados con facilidad, un factor que contribuye a mantener esta tragedia invisible a los ojos del mundo.
Tomando en consideración que la cultura e identidad indígenas se encuentran ligadas de una manera muy estrecha a la tierra, las comunidades indígenas sufren un daño irreparable cuando se ven forzadas a desplazarse: pierden sus patrones culturales y tradiciones, incluyendo el lenguaje, y sufren un deterioro dramático en sus condiciones de vida. Cambios que tienen un impacto mayor en los grupos más vulnerables, como los niños, los adolescentes y los ancianos.
En el departamento del Chocó, al noroccidente de Colombia, casi 4.000 indígenas Embera están en inminente riesgo de ser desplazados debido a los combates entre las guerrillas y los grupos paramilitares en el área de Bojayá. En marzo de 2004, más de 1.200 personas de cinco comunidades indígenas de esta área fueron forzadas a huir de sus hogares. Desde el principio de este año los grupos armados irregulares han aumentado sus actividades, imponiendo bloqueos de alimentos, medicinas, combustible y otros artículos vitales para la supervivencia de las comunidades.
En la Sierra Nevada de Santa Marta, al norte de Colombia, unas 40.000 personas que pertenecen a cuatro grupos indígenas (Wiwas, Koguis, Kankuamos y Arhuacos) están luchando por sobrevivir y defender su cultura. Atrapados entre los diferentes grupos armados que luchan por el control de esta área estratégica, los habitantes de la Sierra Nevada enfrentan la creciente amenaza del despalzamiento o de restricciones en el acceso a medicinas y alimentos.
“Nos opondremos con nuestras vidas a los ataques contra nuestra tierra, la Sierra Nevada, nuestra madre y el corazón del mundo. Lo haremos sin ningún tipo de violencia, pero con la convicción de quien sabe que la justicia y la verdad están de su lado, y continuaremos diciéndolo alto y fuerte”, afirma la Declaración de los líderes espirituales de los pueblos indígenas del la Sierra Nevada de Santa Marta.
Los Awá, que viven a lo largo de la frontera con Ecuador, han sufrido la peor parte de las consecuencias del conflicto en el departamento de Nariño, al sur de Colombia, siendo objeto de presiones y amenazas, bloqueos económicos, desplazamiento forzado y el asesinato de sus líderes. El conflicto armado en esta parte de Colombia ha afectado tambien a otros pueblos como a los Eperara-Siapidaara, los Pasto, los Quillacinga, los Inga y los Kofán.
Como sucede con muchos de los pueblos indígenas de Colombia, los Eperara- Siapidaara, que habitan en la costa del Pacífico del país, han sufrido históricamente de la colonización de sus tierras, lo cual ha ocasionado el saqueo de sus recursos naturales y el cultivo de plantaciones ilegales. Igualmente, sus miembros han sido víctimas del reclutamiento forzoso por parte de los grupos armados irregulares y se encuentran en riesgo de ser desplazados.
Según estimaciones del ACNUR, el 46 por ciento de las víctimas de los desplazamientos internos masivos en el departamento de Nariño han sido indígenas. Esto resulta particularmente preocupante si se considera que los pueblos indígenas corresponden aproximadamente a sólo el 8 por ciento de la población de Nariño. Cerca de la mitad de las personas indígenas que han sido víctimas de los desplazamientos masivos no han sido registradas ni asistidas por las autoridades. Esta cifra probablemente es más alta para los desplazamientos internos individuales.
Comunidades indígenas en Antioquia, Chocó y Cauca han denunciado abusos por parte de las fuerzas armadas colombianas. Asi mismo, comunidades en Arauca, Chocó, Guaviare y el departamento de Vaupés han denunciado la presencia de minas en sus territorios.
“Más de 20.000 personas en las áreas de Mitú y Carurú (departamento de Vaupés, cuya poblacion es 85 por ciento indígena), se han visto atrapadas en el fuego cruzado entre las diferentes partes del conflicto. Hemos alertado sobre el serio riesgo de desaparición de estas comunidades indígenas”, expresó la Asociación de Autoridades Tradicionales del Vaupés.
“Hacemos un llamado a las autoridades colombianas para que adopten medidas urgentes para proteger a las comunidades y líderes indígenas y para que investiguen todos los crímenes y asesinatos cometidos en perjuicio de estas personas”, dijo el Sr. Redmond, portavoz del ACNUR. “Igualmente, hacemos un llamado a las partes en el conflicto para que respeten los principios del derecho internacional humanitario, los derechos de la población civil y se abstengan de involucrar a los civiles en el conflicto”.
En Colombia, el ACNUR trabaja para proteger los derechos de los pueblos indígenas, así como para promover la participación de las mujeres indígenas en la toma de decisiones en sus comunidades y para fortalecer las organizaciones indígenas y su capacidad de respuesta.
Los proyectos del ACNUR en las comunidades indígenas buscan asistir a las personas a obtener documentos de identificación oficiales, capacitar a los maestros para que puedan atender las necesidades de los niños desplazados internos y también incluyen actividades recreativas para los jóvenes indígenas. Asi mismo, estos proyectos contemplan capacitación en materia de derechos humanos y actividades específicas para asistir a las comunidades en la preservación de sus valores culturales.
BOGOTÁ, Colombia, 22 de abril (ACNUR)